Hace unos años, un querido profesor nos dijo en clase algo así como : "un soldado es un violador en potencia", y, después de un silencio - el que también quiero que se tomen para pensar en la afirmación- pasó a analizar la vida de estos personajes. La misión del soldado es defender la patria, y por ello está listo a entregar la vida en cualquier momento. Esta es una labor muy loable, de esto no cabe duda. Pero como cualquier momento puede ser mañana, el soldado vive cada día como si fuese el último. Es así que las mujeres, desde siempre, han sido un botín de la batalla, una recompensa para la tropa. Tanto, que debido a su notable incidencia en los recientes conflictos en Sudán y la República Democrática del Congo, el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas declaró la violación un arma de guerra y una amenaza a la seguridad internacional - en
esta nota de la BBC se menciona también a Yugoslavia, Rwanda y Liberia, pero en otras semejantes aparecen Colombia, Vietnam, y de ahí para atrás.
Por otra parte, el soldado es entrenado para matar, y en ello se distancia en buena medida de la normalidad de sus protegidos. No es sólo el acceso permanente a las armas de fuego - herramienta que pone a la mano de cualquiera la aniquilación del semejante - sino también su entrenamiento, la manera en que aprende a ver y a reaccionar al entorno. El soldado repite hasta el cansancio rutinas de combate cuerpo a cuerpo en las que simula la muerte del contrario, de manera que cuando llegue la hora de la verdad actúe por reflejo, que mate sin pensar. Al soldado se le somete a varias series de simulacros, como ha analizado
James Der Derian del Watson Institute, de manera que se trivializa la muerte del enemigo, se hace casi un juego. Por todo esto, el soldado puede tener problemas viviendo de nuevo entre los simples mortales, con sus problemas banales, en su burbuja lejana a los horrores de la guerra.
Para cumplir su misión, el soldado es entrenado para resistir condiciones extremas, frío, calor, humedad, alimañas, poca comida, poco sueño. Una pesada carga psicológica debe soportar el soldado. Prueba de ello son los suicidios en las fuerzas armadas, como apareció esta semana en
El Tiempo. Las condiciones más crueles curten la psique del soldado y, una vez este vuelve a ser uno más en la sociedad, le llenará de coraje encontrarse con las niñerías que atormentan a los malcriados hijos de papi. Lo paradójico del asunto, es que la vida ridícula de las clases acomodadas es posible sólo gracias a la vocación del soldado. El soldado no está dispuesto a perder la batalla, pero tampoco está preparado para ganarla.
Se puede partir de esta paradoja para cuestionar el futuro de las instituciones que nos protegieron victoriosamente en el pasado - me refiero acá a la generalidad mundial, aunque esto sea un pasado reciente, o un pasado próximo, en el caso de Colombia. En ello es diciente la noticia de la sentencia de la Alta Corte británica respecto al caso del soldado Jason Smith, aparecida el 23 de mayo en la revista
The Economist. Smith murió insolado en Iraq durante el 2003, debido a un fallo en seguir los "procedimentos apropiados" para la situación. La madre del soldado no se contentó con esta explicación y llevó el caso a la máxima instancia, que decretó que a los soldados se les deben protejer los derecho humanos, tanto en las bases como cuando patrullan o van a la batalla.
La preocupación del ejército, presentado por el diario inglés, es muy ilustrativa sobre la carga soportada por las tropas. Primero, hace dudar a los comandantes en el momento de emprender misiones muy riesgosas - parece que los Rambos del mundo real van a la fuerza. Los comandantes también tendrán que pensarsela antes de enviar soldados sin el equipo adecuado, lo que significaría exposición innecesaria. La sentencia también implica que todos los procesos que investigan las bajas de los ejércitos deben ser transparentes a la ciudadanía, y no excusarse en aquello de la "seguridad nacional". Todo esto, un proceso de devolverle la humanidad al soldado.
Con nada de esto pretendo empañar el papel importantísimo de los soldados en el contexto nacional. Antes al contrario, como irónicamente comenta otro diario inglés, se trata de dar a los soldados una protección que ya se les da a los criminales. Puede que suene un poco inconsecuente ante la coyuntura actual de los llamados "falsos positivos", pero pocos se detienen a pensar sobre las características internas del ejercicio militar que los hacen capaces de tales atrocidades. Una componente primordial de la seguridad humana depende de como las instituciones que nos defienden de las amenazas que queremos queden en el ayer, hagan este ayer posible .
OAGS
P.D. Tal vez no era esta la manera como me imaginaba que iba a empezar la historia de la seguridad humana, pero ante la coyuntura noticiosa, lo mejor era aprovechar (sobre el mismo rema se quedan muchos elementos por el camino, como los inmigrantes en los ejércitos, entre tantos otros cambios en el aparato tradicional de seguridad - otra vez será). Incluso, si se las quiere dar uno de académico, hasta podría decir que a la mejor manera de Derrida - al que no he leído - lo primero es deconstruir el concepto de seguridad, para luego reconstruirlo.