martes, septiembre 26, 2006

Hacer oficio


Regresar tiene un nuevo sentido después de las primeras vacaciones de verano de mi vida. O quizá deba decir que precisamente se trata de lo contrario. Soy conciente de que el asunto es bastante prematuro, pero en parte de eso se tratan los blogs: lugares de desahogo, de contradicción, de desvarío. Una semana anduve por Hokkaido, la más boreal de las islas principales de Japón. Luego un pequeño intermedio de dos días en Sendai para embarcarme en dos semanas y media de histeria en la inmensa República Popular China.

Los detalles de estas aventuras de seguro vendrán con los días, lo prometo: tal vez en forma de posts o conversaciones esporádicas que tengamos. Mas, por el momento, me apremia compartir los resultados trascendentes de tales travesías.

El de hoy es quizás el más trivial, aunque todos podrían ser menospreciados por su obviedad. Una vez decidí dejar de lado la exactitud de la ciencia y la proximidad de la ingeniería, lo hice por una vocación que siento hacia las letras. No fue cuestión de cambiar uno por otro, sino que en su conjunto me encuentro más yo.

Sin embargo, rodando por ahí, entendí lo irresponsable que he sido al respecto hasta el momento: ¿cómo podré tan siquiera insinuar una opinión en los nuevos círculos a los que aspiro si a duras penas salió un defectuoso ensayo a lo largo de todo el semestre pasado? Incluso encuentro en este espacio una señal de mi incoherencia, por todos evidenciada en el transcurso de estos insulsos posts.

¿Sueno dramático, exagerado o, quizá, al borde del desespero? Bueno, es duro pero preciso hacerlo. A pesar de todo soy optimista (algo que no sabía hasta hace poco, gracias Masae). Hace poco leí que la vida no se trata de cambios bruscos sino de modulaciones. Casi me voy de para atrás: uno de los argumentos principales para justificar los sacrificios que acepte para venir acá finamente desbaratado en unos segundos por un autor al cual guardo un infinito respeto. No obstante, no hubo pánico. Escribir no es algo que se me haya ocurrido hace poco. Tal vez no tenga en mi haber muchos textos argumentativos, pero el gusto, algo de fuerza y prosa, por ahí andan.

Sus comentarios, además de hacerme compañía, de proporcionarme un hogar al cual volver, son parte de eso que me modula y me forja. Gracias.

Flores digitales alegren su navegar.